“El Credo” del
vino;
(al menos podría serlo).
Extracto
de la cita de la contraetiqueta:
"El vino exalta la fantasía, hace
lúcida la memoria, aumenta la alegría, alivia los dolores, destruye la
melancolía, concilia el sueño, conforta la vejez y da aquel sentido de euforia
por donde la vida transcurre leve, suave y tranquila".
Grandes
genios de la pluma como Pablo Neruda, Miguel Hernández, Borges y otros
muchos han escrito odas y poemas y han dedicado piropos al vino.
Horacio
Guarany emocionaba con su música “si el vino viene, viene la vida”.
Y
así podríamos seguir hasta con las citas de El Quijote.
Pero
yo creo que ningún piropo al vino me ha gustado tanto como esta contraetiqueta.
Yo me atrevería a llamarla el “Credo” del vino y se la recomendaría a
sumilleres, “sommeliers”, enólogos, catadores, enoturístas, bodegueros,
chefs y para no dejar a nadie, a todos los amigos y amantes del vino.
La
contra-etiqueta está en una botella de vino que me regalo un buen día, hace ya
más de 20 años, un viejo amigo y buen catador. No recuerdo si muy
entendido pero al menos si profesaba bien la religión de un buen amante del
vino: esas poses tan peculiares y esos movimientos rituales de la copa y el
vino en la boca. La había etiquetado él como parte de una campaña publicitaria
para un conocido medicamento.
La contra-etiqueta de la imagen rezaba así:
“ ¡EL VINO! Beber es un acto que realizan las
razas de linaje antiguo. Cuando se hace uso del vino (moderadamente, como de
todas las cosas preciosas) es salud y medicina. El vino aumenta la fuerza
muscular, exalta el sentido genético, estimula el sistema nervioso, rinde fácil
a la elocuencia, empuja a la benevolencia, predispone a la asociación, al
perdón y al heroísmo.
El vino exalta la fantasía, hace lúcida la
memoria, aumenta la alegría, alivia los dolores, destruye la melancolía,
concilia el sueño, conforta la vejez y da aquel sentido de euforia por donde la
vida transcurre leve, suave y tranquila.”
Dedicado con cariño a mi viejo amigo “El Doctor”
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